viernes, 9 de marzo de 2012

Dubai

Dubai fue la primera parada en mi aventura asiática.

Debido a que saqué el billete de avión a Tailandia con muy poca antelación, las únicas opciones que tenía para llegar de una forma medianamente asequible era previa escala infernal en Dubai o Doha. Como me decanté por Emirates a la hora de elegir compañía aérea, la escala fue en Dubai. Casi 24 horas allí que dieron para mucho.

Dubai es la ciudad de la opulencia, del exceso, del "cuanto más, mejor". Pero bueno, supongo que si lo miras por el lado positivo, es algo que representa bastante al ser humano, el afán de superación, el "citius, alticus, forticus". Supongo que si hay una ciudad en el mundo que representa precisamente eso, es Dubai, donde en cada gesto buscan superar al resto de ciudades del mundo, construyendo el edificio más alto, el mejor hotel, la fuente más grande, lo que sea con tal de situarse como principal megalópolis mundial.

Lo que vende Dubai es el afan de grandeza, la promesa de que un día será la capital del mundo. Va camino de conseguirlo, pero lo cierto es que aún le queda mucho por recorrer. Todavía es una ciudad en construcción, donde la presencia de grúas y vayas de obras es tan habitual como la de granos de arena en el desierto. Todo está por hacer.

Una de las primeras cosas que llaman la atención al llegar a Dubai es su inmenso aeropuerto, sin duda uno de los mayores en los que he estado, tal vez el que más. Pero no es sólo su tamaño, es su idea, su concepción. Aquello está entre centro comercial y aeropuerto, además, los dubaities tienen muy claro que están a medio camino de Asia, que mucha gente está allí de paso unas horas para después seguir su travesía a dios sabe donde, por lo que el aeropuerto cuenta con duchas, con tumbonas, con muchas cosas que hacen que tu escala allí sea más llevadera.

Como mi escala en Dubai era irremediablemente larga no tenía intención de permanecer en el aeropuerto. Quise haber subido al edificio más alto del mundo, pero como se puede apreciar en la foto, no quedaban entradas, así que me quedé sin subir.
Hay que reconocer que el Burj Khalifa es un edificio impresionante, da vértigo con solo mirarlo, pero eso sí, no me pareció especialmente bonito (como sí me lo parecieron Las Petronas), aunque he de reconocer que no lo vi iluminado por la noche donde igual ganaba.

Por supuesto fui a visitar el hotel de 7 estrellas, el Burj Al Arab, así como el hotel Atlantis, toda la zona centro de Dubai, así como alguno de sus impresionantes centros comerciales. Pese a que pasé allí un día escaso, la visita me cundió bastante. Tuve tiempo de sobra de ver y recorrer, de sentarme y contemplar, así como de ponerme a charlar con la gente, que al final siempre es de lo más entretenido.

No todo son luces en Dubai, también existen sombras. La ciudad se está construyendo sobre el sudor de indios y paquistaníes que trabajan larguísimas jornadas, 7 días a la semana con unos sueldos ínfimos. Así me lo comentaba un taxista indio "trabajo todos los días, pero al menos estoy sentado y tengo aire acondicionado en el coche, mucho peor están en las obras a 45 grados"

Además, Dubai no es una ciudad pensada para el peatón, el transporte público allí es muy limitado, sólo existen un par de líneas de metro (o tren, porque va en superficie), cuyas paradas quedan bastante o muy lejos, dependiendo del sitio, de las principales atracciones turísticas.
Moverse a pie es prácticamente imposible, hay obras por todos lados, carreteras con muchos carriles sin pasos a nivel, o muy alejados... la única posibilidad para moverse en Dubai es el coche, o en su defecto el taxi, que resulta bastante económico.

Sin duda alguna Dubai es una ciudad con un futuro prometedor, pero que tendrá que esforzarse en ciertos aspectos, como la accesibilidad, si quiere convertirse en la capital del mundo

No hay comentarios: