viernes, 24 de febrero de 2012

Mi casa en Samui

Bueno bueno, una vez que ya estoy establecido creo que empieza a ser hora de renovar el blog e ir contando mis aventuras por esta parte del mundo.

Cuando concebí este viaje tenía claro que quería establecerme en un lugar, convertirlo un poco "en mi campamento base" y dedicarme a viajar desde allí por el resto del sudeste asiático. Del mismo modo tenía claro que quería que fuese una isla, un sitio tranquilo en el que poder descansar y que me ofreciese la posibilidad de nadar en el mar siempre que quisiese.

Bajo esas premisas muchos sitios se ajustaban a mi criterio, en realidad muchísimos puesto que otra cosa no habrá por aquí, pero islas... islas las hay a patadas. Tailandia, Indonesia, Filipinas... lo cierto es que bien me habría valido cualquier sitio, pero al final me decanté por Koh Samui. ¿Cuales fueron mis motivaciones principales para elegir este sitio? Muy sencillo, es extremadamente barato alquilar una casa, y lo más importante, conozco alguien que vive aquí lo cual me ha facilitado en gran medida esos primeros momentos en un país que me era ajeno totalmente, como es el caso de Tailandia.

Aquí he alquilado una habitación a un alemán que tiene una casa muy grande (como podéis observar en la fotografía). Es una habitación grandecita, con una cama inmensa y mi propio cuarto de baño. El resto de habitación funcionan igual, de modo que sólo compartimos la cocina y las zonas comunes de la casa.

Del mismo modo también he alquilado una motillo al dueño de la casa. Moverse en moto es el único modo viable de hacerlo por la isla puesto que esto no cuenta con una infraestructura de transporte público, ni ganas de tenerla. Todo el mundo tiene moto, tanto los locales como la abundante población de "falang" (así es como nos llaman a los extranjeros los thai) que reside aquí o está de vacaciones.

Lo mejor que tiene esto es su inmensa tranquilidad. Mi casa no se encuentra en el núcleo turístico de la isla, se encuentra un poco hacia el interior, por lo que tengo unas preciosas vistas de la montaña poblada por la abundante vegetación (y por muchas palmeras, of course). De este modo vivo en un sitio tranquilo, pero si quiero movimiento, no tengo más que coger mi moto y en 5 minutos estoy en la playa pegándome un chapuzón (ya subiré fotos de las playas un día).

Por todo lo demás la isla cuenta con todo tipo de infraestructuras, desde aeropuerto propio, pasando por hospitales y centro comerciales.
Existen multitud de restaurantes en los que se puede comer por un precio de lo más asequible comida tailandesa (no superior a los 80 baht, es decir 2 euros), y también comida europea por algo más, unos 120-160 baht

Poco a poco iré hablando más de la isla y del resto de Tailandia, además de los numerosos viajes que sin duda haré.

Para terminar os dejo a uno de mis perros (son tres), bueno, claro está no son míos, son de alguno de los inquilinos que viven en los bungalows que también tiene mi casero, pero bueno, como están siempre por aquí jugueteando, pues son uno más. Ya os presentaré al resto en otra ocasión.

miércoles, 8 de febrero de 2012

La maldición del viajero


Hace unos días Leticia me mandaba el siguiente texto acerca del "síndrome del viajero eterno". Sin duda lo hacía porque ve que mi forma de ser, o de viajar, no difiere mucho de lo que se describe en ese texto, y sin duda alguna no carece de razón.

"Una de las cosas que más me cuesta explicar a alguien que siempre ha vivido en el mismo lugar, es la sensación de no pertenecer a ningún sitio. Es una especie de ansiedad, de no estar a gusto, de que falta algo…"
Creo que cualquiera de mis compañeros Icex han experimentado una sensación similar, al menos he charlado con más de uno acerca de esa sensación (¿eh Cifu?).

Hoy todo el mundo me ve un poco así, un viajero, un aventurero dispuesto a recorrer el mundo con su mochila, y es cierto, pero sólo en parte. Siempre he estado dividido en dos mitades, bueno, en realidad son muchas más, después de todo soy un tipo complejo. Una mitad es la aventurera, la que hoy se ve más, la otra es la hogareña.

Por fortuna o por desgracia no tengo novia, en estos años no conseguí encontrar a nadie que me aguantase, una pena, pero es así. Yo habría sido completamente feliz viviendo con ella, yendo a comer a casa de los padres de mi chica un fin de semana y al otro a de los míos, yendo de vacaciones a un chalet en Torrevieja y, si las cosas laboralmente me hubiesen ido bien, pues con un crío o dos (después de todo voy camino de la treintena). Si las cosas se hubiesen dado de otro modo yo viviría feliz así, disfrutando de esas pequeñas cosas, y desde luego no echaría en falta para nada viajar al otro lado del mundo.

La vida me llevó hacia la mitad aventurera, que es la que todos veis y de la que también disfruto enormemente, pero también existe la otra mitad, después de todo, es parte de mí.

Me educaron para ser feliz con lo que tengo, aprendí a disfrutar de lo que te depara la vida. Por el momento, la vida me ha llevado en un sentido, pero puede que el viento comience a soplar y despeje un nuevo camino para mí.

Ya se verá.

lunes, 6 de febrero de 2012

Destino Tailandia

Un nuevo viaje se inicia hoy, Tailandia. Destino paradisíaco por sus playas y magnífico clima y primera parada en el camino (si la escala en Dubai me lo permite) de mi viaje.

En esta ocasión no llevé los preparativos en secreto, como sí hice cuando me marché a Suecia, por lo que la gran mayoría debería saber que me marcho, y quién no lo sepa será porque no ha hablado conmigo en unos días, porque eso sí, lo he organizado todo con gran celeridad.

Como decía marcho a Tailandia. Muy posiblemente fijaré mi residencia allí durante los próximos 6 meses y me dedicaré a viajar por todo el sureste asiático y, quién sabe, Australia y Nueva Zelanda (puede que vuelva a China, vaya a Japón... supongo que serán cosas que vaya viendo con el tiempo).

Mi idea es instalarme en Koh Samui, una islita situada en el sur, tengo un amigo viviendo por allí por lo que es un buen punto de partida.

Siempre que uno se marcha se va con la alegría de vivir una nueva experiencia, una nueva aventura, pero también lo hace con una espinita clavada, la pena por la gente que deja atrás. En mi anterior aventura nórdica tuve 50 visitantes, en esta ocasión, debido a que está sumamente lejos, dudo bastante que sean tantos, pero unos cuantos ya se han interesado, así que seguramente pueda disfrutar con ellos de esa parte del mundo.

Madrid, me voy pero te juro que algún día volveré.