miércoles, 15 de junio de 2011

Estambul


Bizancio, la eterna Costantinopla... el puente entre oriente y occidente.

Estambul es una de las ciudades que tenía pendientes desde hace mucho tiempo. Una ciudad fascinante desde muchos puntos de vista, con una enorme riqueza cultural

Se trata de la ciudad más grande de Turquía y una de las más grandes de Europa con su más de 14 millones de habitantes

Este viaje me acompañó uno de mis compañeros preferidos, porque, después de todo está tan pinzado, como yo, Germán. También se nos unió el bueno de Guti, el perfecto partener en nuestros viajes, porque siempre va con su sonrisa perenne.

Lo bueno de este tipo de ciudades es que no suelen defraudarte, porque te ofrecen aquello que ya conoces, como la Mezquita Azul o Santa Sofía, pero siempre esconden una gran cantidad de lugares menos conocidos pero que resultan al menos tan interesantes como los antes mencionados.

Estambul ha sido y es un crisol cultural y étnico. Por consiguiente, hay numerosas mezquitas, iglesias, sinagogas y palacios históricos dignos de visitar en la ciudad. La Unesco, en 1985, declaró las zonas históricas de Estambul como Patrimonio de la Humanidad, y con razón.

La ciudad vieja está principalmente ubicada en el estrecho del denominado "Cuerno de Oro". Sin embargo, la ciudad moderna es más amplia y comprende ambos lados (europeo y asiático) del estrecho. Por cuestiones climáticas, básicamente porque el día que pensabamos pasar al lado asiático estuvo diluviando, no pudimos cruzar a la otra parte de la ciudad, por lo que nuestra visita se limitó a la zona antigua

Entre sus encantos turísticos se incluyen la Iglesia de la Divina Sabiduría (Aya Sofia o Santa Sofía), Sarıyer, Eyüp y Taksim en el lado europeo, y Beyköz, Üsküdar, Kadıköy, Moda, Bostancı y Adalar en el lado asiático.

Como capital que fue de dos de los imperios más poderosos de la Tierra, y ciudad cosmopolita que, para el siglo XVI, era probablemente la más civilizada y multicultural, Estambul alberga monumentos extraordinarios: palacios, iglesias y el hipódromo que datan de la época bizantina; las mezquitas de Sultanahmet y Süleymaniye; el Palacio de Topkapı (Topkapı Sarayı), sede del poder imperial otomano, y otros

Lo mejor para mí, como suele ser habitual en cada uno de mis viajes, es dejarse llevar, no ceñirse a las rutas turísticas, andar por andar y así descubrir la auténtica ciudad, no sólo los lugares típicos.

Está bien lo de llevar un mapa, y más en una ciudad como Estambul, pero olvidarse de él te permite disfrutar realmente.

Lo único realmente malo que tiene Estambul es que vives bajo el acoso de los vendedores ambulantes, para ellos eres una cartera con patas y, a cada paso, intentan venderte toda clase de artículos, especialmente en las zonas más turísticas y, por supuesto, en el Gran Bazar. Aquellos que me conozcan un poco sabrán lo poquísimo que me gusta esto, así que para mí fue un punto bastante negativo.

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